jueves, 1 de marzo de 2007

ABISMO DIGITAL

El abismo digital En el mundo siempre han existido divisiones, las clásicas atienden a criterios entre Norte y Sur o lo que es lo mismo, entre países desarrollados y no desarrollados.

Desde la crisis del petróleo de 1973, los gobiernos se dieron cuenta de que el futuro y el desarrollo no se encontraban sólo en el oro negro, sino en las inversiones en nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TICs).

He aquí una nueva diferencia entre los países más pobres y los más ricos.

El concepto de brecha digital hace referencia a este hecho. Según sostiene Martin R. Hilbert, es la diferencia que se da “entre aquellos que tienen acceso a las tecnologías digitales y aquellos que no".

Pero este concepto, al igual que las sociedades, ha ido evolucionando y en la actualidad marca también diferencias entre los individuos de un mismo país. Según la definición que hacen Ricardo Monge y John Hewitt "la brecha digital puede medirse entre individuos con diferentes características (zona de residencia, nivel de ingreso, nivel de educación), tanto dentro de un mismo país (brecha digital doméstica) como entre países (brecha digital internacional)".

Por una parte las nuevas generaciones llegan pisando muy fuerte, sobretodo en materia digital, han crecido y convivido con las nuevas tecnologías, lo que les aporta un gran nivel de conocimiento y de manejo de las mismas. Por otra parte, los jóvenes de estas cibergeneraciones ya están acostumbrados a la velocidad de los grandes avances e innovaciones en materia digital, lo que les aporta una valía añadida, la facilidad de adaptación.

Aunque los últimos estudios realizados por el Banco Mundial son optimistas y apuntan a que la brecha digital se está cerrando, creo que si estas nuevas generaciones las enfrentamos a generaciones anteriores, en las que los individuos no están tan habituados al manejo de las nuevas tecnologías y a la velocidad a las que nos llegan sus avances, la brecha digital domestica puede llegar a convertirse en un abismo digital domestico y distar mucho de las conclusiones extraídas por el informe.

Esta “pequeña” diferencia puede acarrear algunos problemas a la hora de desenvolverse a las personas que no forman parte de las cibergeneraciones, puede ser, por ejemplo, una desventaja a la hora de optar a un puesto de trabajo. No quiero ser tremendista pero para que este abismo deje de crecer y empiece a recuperarse hay que ponerse las pilas.